Hace unos días publiqué un post describiendo el proceso de escritura, revisión y formato de mis libros de ficción. Pero, por supuesto, estos son únicamente de texto. Para mis libros prácticos, el proceso es algo más complicado. Vamos a verlo…
Paso uno: preparación del texto
Aquí, suelo seguir un proceso similar al de los libros de ficción, aunque la descripción de los contenidos por párrafos o secciones suele ser más breve, casi como el índice de contenidos. Es un «guión», para presentar esos contenidos en un orden lógico y sin dejarme nada en el tintero.
Después, voy desarrollando cada sección poco a poco, para presentar los conceptos y cómo se realizan las diferentes acciones para conseguir el resultado que busco.
Sin embargo, algunas de esas acciones que describo en mis libros dependen claramente de la herramienta (software) que estoy describiendo o utilizando, de manera que, por lo general, no puedo escribir los textos de una sola vez: necesito «ver» yo mismo de lo que estoy hablando. Y para que lo comprendan mis lectores, habitualmente tengo que realizar un buen número de capturas de pantalla.
Paso dos: capturas…
Utilizo exactamente el Software «objetivo» en mi ordenador casero (un viejo Mac al que ya no puedo actualizarle el sistema operativo…), y sigo los pasos que indico en el texto del libro, parándome en cada paso y haciendo una captura de la pantalla o el menú necesario en cada momento.
Cualquier sistema operativo (no sólo MacOSX…) permite hacer estas capturas de pantalla. Simplemente, hay que tener ciertas precauciones. Por ejemplo, suele ser útil tener la aplicación sin maximizar, para que la captura tenga un tamaño o unas proporciones apropiadas a lo que se quiere mostrar. Además, yo suelo colocar la ventana de esa aplicación sobre un fondo blanco – típicamente, una imagen en blanco creada con GIMP, y ampliada para cubrir el fondo de mi pantalla (que ahora muestra una vista parcial de la tierra desde el espacio).
Pero este es también el motivo de que estas capturas pueden no tener el tamaño necesario para una publicación en papel. La pantalla de mi ordenador tiene 1.920 x 1.080 píxeles pero, como digo, raramente utilizo la pantalla completa. Así, las capturas pueden tener un tamaño mucho menor – lo que afectará a la calidad de impresión. Por eso suelo hacer un cambio de tamaño con GIMP, utilizando un factor de multiplicación entero, dos o tres (cinco, si quiero presentar iconos), y sin aplicar ningún tipo de intercalado, para mantener la definición.
Al final, acabo con una serie de imágenes (numeradas…) en una carpeta separada, para no volverme loco.
Paso tres: composición
El siguiente paso será, claramente, el de intercalar esas imágenes en mi documento de Word. Siempre utilizo el comando «Insertar – Imagen desde archivo». Cualquier otra opción (copiar y pegar…) suele dar un mal resultado. Además, intento pegarlas centradas y en su propia línea. Esto me permite, más tarde, crear la versión electrónica del libro, que tiene unos requerimientos bastante estrictos.
En el caso de que la publicación sea compleja, utilizo el programa gratuito Scribus. En este caso, raramente estas publicaciones llegan a ver la luz como libro electrónico, y se quedan sólo como libro en papel.
Para esta versión en papel, añadiré (en Word o Scribus) los encabezados y pies de página necesarios, la numeración… Hasta darle la forma de un documento (PDF) definitivo, que es lo que envío a la imprenta – casi siempre, a la filial de Amazon KDP.
¿Quieres saber más de la parte técnica? Échale un ojo a mi libro «Publica tus libros con Word para Mac OSX» (También sirve para Windows…). También, puedes mirar mi «Manual Básico de Scribus«, si tienes algo más complejo en mente…
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