Mi particular efecto mariposa

Cuando, a finales de 2016, comencé a escribir lo que acabaría siendo mi primera novela, «Resurrección«, no tenía ni idea de que su historia continuaría (aunque de manera independiente) a lo largo de dos libros más. Mi intención era que fuese un simple entretenimiento, una historia corta que hiciese pensar al lector acerca de las tecnologías que nos vienen, pero con un final positivo, surgida a partir de un par de noticias reales aparecidas en la prensa.

Por supuesto, ese libro también supuso un ejercicio personal para mí, que hasta ese momento sólo había publicado libros prácticos sobre fotografía, diseño gráfico y publicación. Como «ópera prima», espero que puedas perdonar todos los fallos que tenga.

Sin embargo, «Resurrección» tuvo una buena acogida entre los lectores, y algunos de ellos me preguntaron cómo continuaba la historia. Qué sucedería si, efectivamente, se conseguía recuperar un cerebro que había sido olvidado, donado a la ciencia unos años atrás. Toda esa investigación llevaba a una posición muy compleja sobre la humanidad de ese cerebro recuperado. ¿era todavía una persona?

En 2018 retomé ese hilo conductor, intentando ir un paso más allá. En ese caso, la propuesta (de nuevo, una historia cerrada, completa) iba un paso más allá. La pregunta entonces fue: Si se puede recuperar un cerebro humano, ¿Por qué implantarlo en un cuerpo humanoide? ¿Dónde estarían los límites de la investigación en cuerpos robóticos?

Pues bien, esa idea acabó siendo el inicio de mi segunda novela, «Revolución«, con una trama casi policíaca de trasfondo. Y, una vez más, pensé que había terminado. Otra pequeña historia, otro cuento con final feliz (aunque menos que la primera) y, quizá, una moraleja, o un aviso para quien quisiese escucharlo. No todo vale. Aunque, seguramente, algunos países o empresas no piensen como yo.

Y, justo cuando había decidido volver a mis libros prácticos, surgió una nueva idea. O, más bien, una pregunta. En «Revolución«, dejé abierta la posibilidad de que ser un ciborg tuviese muchas ventajas respecto a los humanos «completos». Pero, una vez más, ¿Hasta dónde llegarían estas ventajas? ¿Se corría el riesgo de perder la humanidad del individuo si se cruzaba una línea? Ese fue mi punto de partida, haciendo que el protagonista de mi tercera novela, «Rebelión«, fuese apenas un ciborg adolescente, sin una experiencia vital que le sirviese como referencia ante las situaciones a las que se iba a enfrentar…

De manera que lo que surgió como un ejercicio, un ¿Y si…? con un experimento en un pequeño laboratorio en mi ciudad natal, Zaragoza, hace casi cuatro años, acabó convirtiéndose, en medio de una pandemia, en una historia con parte de su acción en la futura colonia en Marte… Nada menos.

Quiero pensar que, en el camino, mi estilo «literario» ha mejorado mucho. Sigo prefiriendo un estilo directo, sencillo, para conseguir que el lector se centre más en las tramas de mis libros que en la forma en la que están escritas. Con la complicación añadida, además, de introducir pinceladas de tecnologías que ya están (o lo estarán dentro de muy poco) realmente en el mercado. En cualquier caso, estoy seguro de que he mejorado en estos últimos cuatro años… Me encantará saber tu opinión.


«Resurrección» (2017) está disponible en las tiendas Amazon en versión electrónica y en papel, así como en ebook en la mayoría de principales tiendas de Internet.

«Revolución« (2019) también está disponible en las tiendas Amazon en versión electrónica y en papel.

«Rebelión» (2020) está en exclusiva en Amazon, tanto en versión electrónica como en papel. Actualmente, participa en el concurso 2020 para autores independientes Amazon Storyteller

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