El fin de un problema… Los libros de bajo contenido

EscritorioSi me sigues (en esta web, o en las redes sociales), sabrás que publico libros, por un lado prácticos (sobre temas de fotografía, diseño gráfico y publicación) y por otro estoy comenzando con la ciencia-ficción, aunque sólo con dos libros, por ahora. Y todo gracias a los increíbles avances en el comercio electrónico y la impresión bajo demanda (POD – print on demand, en inglés).

La impresión bajo demanda ha conseguido que los autores independientes no necesitemos imprimir lotes de libros para comenzar la promoción y la distribución. No se necesita una inversión inicial, algo que es muy bienvenido entre la comunidad. Y tampoco requiere un espacio dedicado en nuestras casas o trasteros, donde ver cómo nuestra inversión se va envejeciendo si no llegan las esperadas ventas. Cualquiera con acceso a un ordenador (¡aunque sea en un sitio público!) y a Internet puede acabar publicando un libro.

Además, la impresión bajo demanda facilita que los libros sólo se impriman si se piden realmente, lo que también evita que las tiendas en Internet necesiten sus stocks y su espacio de almacenamiento dedicado, lo que abarata un poco más los costes de todo el proceso. Y, muy importante, se reducen los recursos y materias primas involucradas: No se gasta energía inútilmente, no hay que retirar, triturar y procesar tiradas de libros obsoletas. Ganamos todos.

El problema es que la misma tecnología que permite hacer esta impresión bajo demanda a autores de «contenido», está haciendo surgir un nuevo problema: El de los «libros de bajo contenido«. Ese término políticamente correcto hace referencia a una gran cantidad de material de papelería como agendas y libros de notas, con la mayoría del contenido en blanco. En teoría, la idea es buena: Se pueden crear ese tipo de productos personalizados, por ejemplo con una imagen de marca, una «cita del día» en cada página de una agenda. O bien páginas pautadas con líneas, cuadrículas o mezclas de ambas. Todo lo que puedas incluir en un archivo PDF, se puede imprimir bajo demanda.

Pero la facilidad para producir este tipo de contenidos está viciando su mercado, buscando una venta rápida y masiva. Se utilizan diseños de portada engañosos, se colocan estos libros en categorías a las que no corresponden. Y el flujo de libros «vacíos» está desplazando a los libros con contenido literario fuera de las listas de novedades, reduciendo su necesaria visibilidad y, por tanto, sus ventas. Un «autor» (así, entre comillas) de este tipo de publicaciones puede crear cincuenta, cien… diferentes en muy poco tiempo, apenas cambiando la portada y un par de detalles en el interior. Y eso no es justo hacia los escritores que tardan meses, o incluso años, en producir contenidos mucho más complejos.

Incluso yendo un paso más allá, el uso de la impresión bajo demanda para este tipo de productos saturará, si no lo está saturando ya, la capacidad de las imprentas dedicadas, lo que penaliza, una vez más, la experiencia de compra de los lectores de contenido.

Por supuesto, las comunidades de autores de las diferentes plataformas están comenzando a levantarse ante esta situación. Y empresas como Ingram Spark están comenzando a revisar sus catálogos, eliminando, bloqueando o redirigiendo este tipo de contenidos. Ahora, es de esperar que Amazon haga lo propio a través de su página de creación de contenidos, KDP. Citando una fuente (quizá) menos literaria, eso debería restablecer el equilibrio de la fuerza.

Y ojo, no estoy en contra de este tipo de publicaciones de bajo contenido. Pero estas deberían publicarse y promocionarse dentro de su categoría, si es que existe en el código bibliotecario para ellas. O se debería encontrar la manera de ponerlas al la venta en las diferentes tiendas en línea, en su apartado correspondiente.

Espero poder contarte desde aquí, muy pronto, cómo continúa este problema. Recuerda añadir el marcador a mi página en tus favoritos, y ¡vuelve pronto!

 

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