Creo que todos los autores de ciencia ficción han pasado por eso en algún momento. A la hora de plantear nuevas ideas, tecnologías, aparatos… han tenido que dar un paso atrás y observar sus historias objetivamente, para determinar el marco temporal en el que podrían suceder sus historias. Eso me sucedió en mi primera novela, «Resurrección«, la cual decidí que sucedería al final de esta misma década. Una decisión arriesgada, aunque quizá alguna de mis propuestas suceda realmente antes, y otras… no lleguen a suceder, al menos por ahora.
En cualquier caso, la «urgencia» en la publicación de aquella primera novela se debió a la aparición de diferentes noticias en Internet, varias de las cuales se incluyeron al final del libro como referencia para los lectores. Con la lección aprendida, mi segunda novela («Revolución«) sucedía diez años más tarde, y la tercera («Rebelión«) ya comenzando la década de 2060. Así me dará tiempo a esconderme antes de que la crítica o el público se lance sobre mí.
Pero parece que, al menos en mi caso, los libros de ficción tienen su «momento creativo». Hoy, no puedo decir cuándo publicaré el siguiente. Porque tengo muchos planes para mis libros prácticos, los de «no ficción». Algunos de ellos están pidiendo (a gritos) una actualización, después de unos años en el mercado. Y tengo ideas para otros nuevos. Pero no te voy a contar cómo está siendo este año 2020. Fuera de mi «vida de escritor», están sucediendo demasiadas cosas… De hecho, el borrador de esta entrada lo escribo en una casa patas arriba, en medio de una reforma. En un rincón de mi dormitorio, tirando de los datos de mi teléfono móvil, a falta de la conexión de fibra, que está apagada.
Y, además, estoy descubriendo que mis libros de ficción comienzan a venderse. Quizá mi actividad en las redes sociales, mejor dirigida tras unos años de pruebas, esté dando resultado. A lo mejor me he «arrimado» al árbol que da la sombra correcta. O, simplemente, mis libros se venden porque hay un público que los espera. Sea cual sea el motivo, por fin veo ventas regulares. Pocas, pero ahí están.
Además, hay otro motivo, quizá más mundano. Para vender libros (sobre todo, en formato electrónico) en las tiendas de Internet como Amazon, hay que fijar unos precios similares a los de la misma categoría. Cada tipo de libros «pide» un precio. Si pones un precio más barato, la gente no confía en el contenido (y parece que el propio autor no valora su trabajo). Y si es demasiado caro, no se vende. Así que todos los libros de «ciencia ficción dura» tienen precios similares, pero estos son diferentes a los precios de los «libros de edición fotográfica digital». Pues bien, hoy mis pocas ventas de libros de ficción, con una comisión algo más alta, están llegando al nivel de ingresos de mis «más» ventas de libros prácticos, que generan menos comisión individualmente.
Mientras que estos ingresos mensuales son simbólicos, desde que publico libros de ficción estoy registrando un aumento gradual en los mismos. Ahora, estas ventas ya cubren los gastos del alojamiento de esta misma web en un servidor de pago. Y, lo que es mejor, siguen aumentando las ventas de libros prácticos. No tengo claro si mis lectores de ficción son el mismo público que los de los libros prácticos. Quizá la gente esté interesada en saber cómo hago yo todo el proceso completo de edición y publicación, sin ayuda externa. Pues bien, (casi) todo eso está explicado en mis libros. Podría ser el motivo.
Pero ahora tengo un dilema claro, sin una solución fácil. ¿Qué tipo de libros debería escribir? ¿Cuál es el siguiente de mi (larga) lista? ¿Qué opinas?