Una duda casi filosófica…

Si me sigues en esta web, o en cualquiera de mis redes sociales, sabrás que estoy trabajando en mi quinta novela independiente, con un hilo conductor común: los ciborgs. Estas novelas, auto concluyentes, suceden en periodos de tiempo diferentes, y van introduciendo nuevos temas, añadidos a todos los anteriores. Tengo mis «reglas del juego». 

En la primera novela («Resurrección«), hablaba del origen de estos «ciborgs», de las posibilidades de implantar un cerebro humano en un cuerpo robótico. En esta novela me atreví a acercarme (¡de lejos!) a temas médicos y neurológicos, comenzando una línea de pensamiento sobre la prolongación de la vida humana más allá del cuerpo físico, y planteando cómo será la tecnología de consumo en unos pocos años.

La segunda novela («Revolución«) retomaba esa idea de la prolongación de la vida humana, ahora con la acción situada unos años más adelante, con una pregunta incómoda: ¿Hasta dónde se podía mejorar la referencia del cuerpo humano? ¿Se crearía una nueva élite social con cuerpos mejorados? O bien, en paralelo, ¿Alguien se atrevería a crear cuerpos inferiores, en una nueva forma de esclavitud moderna? La acción todavía sucedía en la Tierra y en un presente cercano, alrededor de 2040.

«Rebelión» fue mi tercera novela, en la que quise incluir un viaje espacial, en este caso a una primera colonia en Marte. Humanos «completos», ciborgs y robots conviven en relativa paz, pero la Humanidad sigue arrastrando viejos problemas, suceda donde suceda esta acción. Aquí, comencé a presentar posibles problemas en estos cuerpos robóticos, ahora intercambiables.

Como continuación a esos tres libros (de los que publiqué una compilación en «Ciborg – Trilogía 1«), decidí escribir una cuarta novela, «Revelación«, que ya daba el salto más allá del cinturón de asteroides, en este caso hasta Europa, la segunda luna galileana de Júpiter. Además de la búsqueda de nuevos territorios por los que extender una creciente población, como respuesta a una extraña señal de radio recibida desde allí. ¿Un primer contacto con otra civilización? Pero introduje temas nuevos, como las Inteligencias Artificiales autónomas, o las conexiones en tiempo real a través de un enlace cuántico (que, por cierto, parece que comienzan a ser posibles, ahora en 2022).

En la actualidad, me encuentro trabajando con la quinta novela. De nuevo, un salto en el tiempo, apenas un par de décadas desde «Revelación«. Ya estamos en la década de 2120, a cien años de nuestra actualidad. Y aquí es donde tengo mis dudas «filosóficas».

El siguiente paso lógico en el progreso de mis novelas sería el de intentar un «salto» a otra estrella, y el de explorar la posibilidad de este encuentro con otra especie. El primer punto es «sencillo»: Hay mucha información disponible en Internet, y tengo bastantes películas «de cabecera», de las que obtener detalles, aportando mi granito. Este tema creo que lo tengo resuelto. Pero el introducir una especie alienígena (algo que ya sugerí al final de «Revelación«) supondría alejarme de mi ficción «realista», basada en información técnica y científica, y dar un salto al vacío.

También supone un punto de no retorno. «Mis tripas» me piden que vaya en esa dirección. Quizá mi saga ciborg de ciencia ficción «dura» acabe derivando a otros tipos de ficción, o incluso de fantasía. Y este es el salto que me tiene en vilo, y que me está haciendo escribir más despacio de lo que desearía. Ya es prácticamente imposible que presente mi nueva novela como participante en el concurso de Amazon para autores independientes de este año 2022. Pero creo que la historia que tengo en marcha vale la pena, y supondrá un salto en la calidad y los contenidos de mis libros de ficción.

Sin embargo, me quedará la duda de si mis lectores aceptarán este cambio en la orientación de mi serie de libros. ¿Qué te parece? ¿Has leído alguna de mis novelas? ¿Cómo recibirías tú este cambio de rumbo? Cuéntamelo en las redes sociales…

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