Por mucho que Amazon se empeñe, «ahí fuera» hay otras tiendas donde puedes adquirir tus libros. Y es que muchas de las grandes cadenas de librerías físicas han tenido que adaptarse, más o menos rápido, al Siglo XXI. Poco a poco, esas librerías en las que a todos nos gusta perder horas están ganando presencia en Internet, y no es necesario acabar comprando en la tienda americana.
Por ejemplo, Casa del Libro lleva ya unos años en el mercado electrónico. Aunque inicialmente su tienda era bastante complicada (y lo sigue siendo para autores independientes), poco a poco va mejorando, y es fácil llegar a vender con ellos:
Otras grandes cadenas han optado por dirigirse a mayoristas de libros. Es el caso de fnac, de origen francés, que desde hace años tiene un acuerdo comercial con Kobo (canadiense), que hace poco fue, a su vez, comprado por la empresa japonesa Rakuten. Así, publicar en Kobo (por ejemplo, a través de Draft2Digital) permite llegar al mercado canadiense, pero también al de la cadena de ocio francesa con presencia en España.
Esa es otra de las razonas por las que trabajar con un integrador. Mediante un único proceso, se puede conseguir que nuestro libro esté presente en una buena cantidad de tiendas en Internet, sin tener que perder horas de registros, subida de archivos, comprobación de contenidos y definición de precios.
Además, la mayoría de estos integradores incluyen sistemas de gestión de ventas unificados, con los que puedes obtener, de un vistazo, los resultados de las ventas de un mes determinado. Eso reduce el tiempo de gestión del proceso editorial, lo que permite dedicar más esfuerzos… a escribir. O bien a estar con la familia, al trabajo «de verdad», o a esa otra afición…